“Invertir en un viaje es invertir para uno mismo”. Estoy de acuerdo con estas líneas, aunque en lo personal, puedo agregar también que, para formar una cadena de armonía, cuando se comparte una experiencia asimismo compartimos una mezcla de emociones y aprendizajes a los demás, formando en cierto modo una riqueza personal tanto para el que lo comunica como para el que lo recibe. Dicen que: no importa el lugar en el que estés, sino con quién te encuentres. Claramente, la primera persona debe de ser uno mismo y la segunda es con quien deseemos compartir.
Hay un sin fin de lugares cercanos o lejanos que conocer, personas con distintas historias increíbles para ser escuchadas y momentos por sentir. Realmente es un tanto inefable expresar esta sensación de experimentar y conocer, no hay mayor alegría que conectarse con uno mismo, ese efecto que se logra sentir, pensar y actuar de una forma positiva, transmitiendo un ambiente de armonía para los demás.
Un viaje nos puede enseñar mucho, incluso conocer habilidades que no conocíamos de nosotros mismos. Podemos aprender a descubrir, a observar, escuchar, subir montañas, nadar, saltar, correr, resistir, a mantener un estado de seguridad, cambiar de dirección, relajarse, respetar o compartir ideas, etc.
En
ocasiones, lo único que se necesita para llenarse de energía y vida es frenar
un poco el mundo, y dejar que uno sea el que se mueve. Cambiar de pronto una
dirección puede ser inquietante pero no quiere decir que dejes tus
convicciones, al contrario, es una nueva forma de ver las cosas. El ser humano
desde que llega al mundo desea aprender de su alrededor, cuando comete errores
o pasa por situaciones difíciles en su curso deberá formarse de igual manera.
Viajar es una alternativa que permite dar un respiro profundo al alma,
desarrollando nuevas destrezas para la vida.
Viajar
es como conocer a una persona o leer un libro, tenemos una idea de ellos por su
estilo, su forma de verse, pero realmente no se sabrá nada, lo fantástico está adentro,
en el lugar donde no muchos logran descubrir por solo quedarse con la primera percepción
o lo que cuenta la gente.
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